comer en un antiguo banco al borde del mar
Dicen que en el norte se come muy bien y hoy nos vamos a disfrutar de uno de los restaurantes asturianos ubicado en un enclave de lujo. Con Gijón como telón de fondo, te contamos nuestra experiencia en Camelia, una de las últimas propuestas gastronómicas de la ciudad.
¿Vienes?


Los comienzos y el chef
En pleno puerto deportivo de Gijón se encuentra Camelia y ya solo por su ubicación llama la atención. En los bajos del antiguo palacete del Banco Urquijo abría sus puertas en julio de 2020 este restaurante que venía a ampliar la oferta culinaria de la ciudad.
En los días de sol, su impresionante terraza rodeada de camelias blancas, se llena de comensales dispuestos a disfrutar del buen tiempo acompañado de un rico menú o simplemente del aperitivo.
Cuando cruzas la puerta la atmósfera cambia totalmente. La sala interior está decorada con gusto y se respira un ambiente de tranquilidad muy diferente al bullicio de la terraza. En las paredes se pueden ver pinturas de artistas asturianos, que van alternando según la temporada. Actualmente, y para rendir homenaje al pintor Orlando Pelayo en el centenario de su nacimiento, las paredes visten su obra.






En el momento de su inauguración, el restaurante Camelia nacía de la mano del estrella Michelin Ricardo González Sotres. El chef es conocido en Asturias por su restaurante El Retiro, en Llanes, gracias a cuyo trabajo en sus cocinas ha obtenido el afamado galardón al que todo cocinero aspira.
Sin embargo, esto no continúa así. Bien es cierto que no ha tenido mucha difusión y la creencia popular todavía piensa que el cocinero sigue a los mandos de los fogones, pero a comienzos de año se ha desvinculado del proyecto. En la actualidad el restaurante sigue abierto, pero en las cocinas se encuentra el cocinero Raúl Castro, segundo de abordo en los comienzos.






El Edificio y su historia
Ahora vamos a centrarnos en uno de sus platos fuertes, el entorno.


Corría el año 1920 cuando se finalizaba la construcción del palacete que albergaría las oficinas del Banco Urquijo. Tras abrir dependencias en Madrid y Barcelona, se ocupó el edificio con la sede asturiana, sin embargo, no se había construido para tal fin.
El edificio fue diseñado por el arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo. Entre su obra también puede destacarse la iglesia de San José en Gijón y el edificio del Banco Herrero en Sama de Langreo, así como la restauración de ciertos edificios asturianos.
La construcción tenía como finalidad albergar la sede de la Sociedad de Fomento de Gijón, pero como te acabo de contar esto nunca llegó a buen puerto. De esta manera fue cómo paso a ser la sede del banco. Con el paso de la Guerra Civil y el declive de la entidad el edificio cayó en desuso. Pasado el tiempo y tras una gran reforma de las instalaciones, hubo varias ideas sobre el terreno para volver a darle vida al edificio. Entre ellos estuvo la opción de instalar el casino de la ciudad o las oficinas de la Autoridad Portuaria, sin embargo, ninguna cuajó.


A día de hoy en sus bajos está el restaurante y las plantas restantes las ocupa el coworking Space, siendo el espacio de trabajo compartido más grande que podemos encontrar en Asturias.
La Carta y Nuestra experiencia
Y ya para terminar te voy a relatar cómo vivimos nosotros la experiencia gastronómica en Camelia y cuáles fueron los detalles que más nos gustaron.
Decidimos visitar el restaurante un día por semana por lo que el número de personas con las que compartimos comedor no fue muy numeroso. Para asegurarnos el tener una mesa disponible llamamos para reservar y esto es algo que te recomendamos siempre, más todavía si cabe en estos tiempos de limitaciones.








El día estaba soleado y en la terraza se estaba muy agradable, sin embargo, nos decantamos por el interior. Para eso soy un poco maniática y me gusta poder disfrutar no solo de la comida sino también de la decoración y el espacio de los locales.
La gente que había acudido a comer se decantó por quedarse en el exterior por lo que tuvimos el comedor casi para nosotros solos.
Nada más entrar te encuentras con una estancia no muy amplia, pero que no resulta agobiante. Los colores claros y los puntos de luz hacen que el entorno resulte agradable. Hay que tener en cuenta que el restaurante está en los bajos del edificio, es más, desde la calle de los arcos te tienes que agachar para poder ver el comedor por los ventanales ya que desde ese ángulo es un semisótano y no una plata baja. Sin embargo, esto no se percibe puesto que en ningún momento sientes que el comedor sea demasiado lúgubre.




El servicio fue muy atento desde el primer momento y estuvieron pendientes a lo largo de toda la comida por si necesitábamos algo. La carta no es muy extensa y nos decantamos por un entrante para compartir y un pescado como plato principal. Bien es cierto que el restaurante desde sus comienzos buscaba trasmitir una carta de tapeo en un entorno elegante.
Mientras llegaba la ensaladilla, la casa nos sirvió un aperitivo de bocado. Consistía en un boquerón sobre un salmorejo servido en una cucharita. La verdad que en la boca fue una explosión de sabores de lo más intenso. Además, nos sirvieron una mantequilla con sal que está tan en auge en los últimos tiempos para acompañar con pan e ir abriendo el apetito.


Enseguida llegó la ensaladilla. Nada más verla te das cuenta que tiene un emplatado impecable. Aquí te dejo una muestra para que lo puedas ver con tus propios ojos. Hay que reconocer que este plato me gusta en todas sus versiones y nunca le hago ascos. En este caso no es una ensaladilla rusa en la que te encuentres mucha mezcla de ingredientes y la patata la disponen bastante machacada ligada con la mahonesa.
Llegados a este punto, hagamos un paréntesis para contarte una curiosidad gastronómica.
En tiempo del franquismo, la ensaladilla nunca llevaba el apellido “rusa” puesto que se intentaba en todo momento no hacer mención al mundo soviético. De esta manera la ensaladilla iba acompañada del apellido “imperial” en todas las cartas de los restaurantes españoles.
¿Conocías este dato?
Y ya para rematarlo, ¿sabes que el único sitio dónde no se le llama ensaladilla rusa es en la propia Rusia? Allí se conoce como ensaladilla Olivier. Curioso, ¿verdad?






Pero volvamos a lo que nos atañe, como principal nos decantamos por una de las sugerencias de la casa, la lubina.
Es un plato especialmente pensado para compartir, por lo que necesitas que al menos dos personas quieran comerlo. En nuestro caso, como únicamente éramos dos, nos lo trajeron de cocina servido de forma individual. Además de estar muy rico, mención especial a la guarnición, unas verduras al paillote.


Al postre no llegamos y nos inclinamos por tomarnos un café. Para acompañarlo nos sirvieron unos bombones de dulce de leche. Seguro que estarás pensando que están diseñados para paladares especialmente golosos, sin embargo, cual fue nuestra sorpresa al probarlo que tenían la cantidad de azúcar justa y no resultaba nada empalagoso. Estaba realmente espectacular.




Como resumen, me queda contarte que disfrutamos mucho la comida y no sólo eso, el entorno es muy agradable y resulta muy acogedor para una celebración un poco más especial. Es cierto que los precios son algo más elevados que en otros sitios (en especial el vino), pero un día es un día.


Y tú,
¿has probado Camelia? ¿me cuentas tus impresiones?
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Una idea sobre “De Ruta gastro: Camelia en Gijón (cerrado en 2022)”
Ayer sábado 14 de agosto fuimos invitadas unas amigas y yo por atra amiga que vive en Gijon y nos llevó a éste espectacular restaurante que nuestra amiga ya había ido varias veces , quedamos todas encantadas del trato recibido por el personal y desde luego por la comida que elegimos cada una según su gusto y quedamos contentas de la calidad de los productos servidos. Espero que con éste relato quede bien claro que quedamos dispuestas a volver.